La proliferación de comunidades virtuales y “ambientes de colaboración” on line brindan, de acuerdo a un discurso de fuerte impronta tecnofílica que ha ganado fuerza en los últimos dos años, la oportunidad para que “cualquier persona” intervenga no sólo como consumidor en el proceso de construcción periodística. Según esta visión, las nuevas tecnologías (en una compleja combinación de conectividad, software y hardware) permiten que las audiencias asuman un papel “editorial” en la creación de contenidos textuales y/o audiovisuales, periodísticos y publicitarios.
Preguntarse qué motiva a los nuevos “sujetos mediáticos” a tomar estos roles y qué clase de reglas producen estas innovadoras formas de participación, implica evaluar el funcionamiento de los “sistemas de reputación” y el tipo de relaciones de confianza que han ido consolidándose entre compradores y vendedores o creadores de contenido y sus pares en línea.
Es incontrastable que a través de las “comunidades electrónicas emergentes”, la web ha permitido a sus usuarios crear, incrementar o renovar su capital social y simbólico. Estas comunidades pueden verse no son solo como espacio de “intercambio” para la información sino como una forma de extensión de las redes sociales previamente existentes. Las motivaciones de participación ya sean a fin de alcanzar un sentido de pertenencia, para construir autoestima a través de contribuciones y para cosechar reconocimiento por contribuir, y/o desarrollar nuevas habilidades y oportunidades para la construcción del yo, tienen un aspecto de gratificación (pública) instantánea inédita para las ecologías mediáticas tradicionales. Esta motivación “ego-conducida” es mejor capturada por websites de consejos y de “reseñas”, que se volvieron tan frecuentes en los últimos cinco años, y que hicieron posible que cualquiera mostrara su experiencia y recomendaciones sobre todos los temas imaginables. El funcionamiento del modelo de la web 2.0 se funda precisamente sobre estas potencialidades y motivaciones. Esto expresa y pone en funcionamiento nuevas modalidades de legitimación de los sujetos dispuestos a demostrar sus habilidades, lo que -en general- es visto como un beneficio para la individualidad.
Los participantes en los foros de discusión, blogs y comunidades de “publicación colaborativa” también juegan un papel de “editores” que suministran sin mayor costo información, y consejos que pueden encontrase (o no) en los medios tradicionales. La impresión de que cada uno en Internet es un experto potencial en algún tema multiplica el abanico temático disponible, incluyendo comentarios que podrían ser controversiales para los grupos multimedios. En definitiva, aquellos que participan en línea usualmente crean contenido para informar y entretener a otros. El circuito-red creado por Internet, además, esparce de manera “viral” con rapidez y fuerte grado de imprevisibilidad, para lo que se requiere de “conectores”, es decir, personas que conocen a muchas otras en diversas posiciones: sujetos anclados en varios “mundos” diferentes con gran motivación social para “activar” la circulación de flujos de comunicación horizontal. No obstante, la realidad no es unidimensional: muchos bloggers tienen poca interacción o discusión abierta con su audiencia. Son simplemente medios del modelo “push” (emisión en la que no participa la voluntad del usuario). Pero las formas colaborativas de “periodismo participativo” -foros, grupos de noticias, salas de chat, blogs grupales y sistemas de edición/publicación- son más complejas porque deben “balancear la tensión” entre el grupo y el individuo. Más dinámicos resultan -incluso- los grupos que se juntan eventualmente para alcanzar metas a través de dispositivos móviles conectados a Internet. Cada una de estas experiencias está regida por reglas (sociales y tecnológicas) que determinan cómo los participantes asumen roles, cómo les está permitido interactuar y de qué manera se administran estas comunidades; en definitiva, “filtros” e instancias de mediación sobre las que hay que posar la mirada para desentrañar cómo se despliega esta nueva gramática de los medios.
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